TORBECK, Haití – Desde que el huracán Matthew golpeó Haití el pasado octubre, el número de personas que se enfrentan al hambre y a la inseguridad alimentaria en las zonas más afectadas ha disminuido en forma constante gracias a la masiva respuesta humanitaria.
Pero allí donde los efectos del temporal se sumaron a tres años de sequía y graves inundaciones, la encuesta más reciente advierte que la inseguridad alimentaria sigue siendo alta. Por ello, la respuesta sostenida se centra en ayudar a estas familias a reconstruir sus medios de subsistencia.
Dentro de este esfuerzo, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) está operando clínicas veterinarias móviles para proteger el ganado de las familias vulnerables, beneficiando a más de 12 000 personas.
En un campo en Torbeck, en el sur de Haití, pequeños rebaños de vacas buscan la sombra de los árboles mientras sus dueños, hombres y mujeres de la zona, esperan su turno para hablar con los veterinarios visitantes.
Joril Gilles es uno de estos campesinos. Como muchos de los habitantes del sur del país, lucha todavía por ponerse en pie nuevamente.
“El huracán Mathew se llevó cinco de mis vacas, así como ovejas y cabras, por no hablar de todo el forraje que perdí”, explica Joril, de 50 años. “Es la primera vez –añade- que recibo este tipo de ayuda para mejorar la condición de mis animales: la atención veterinaria suele ser muy costosa”.
La unidad veterinaria de hoy es la primera que visita el área desde el paso del huracán. Los agricultores confían en que sus animales vuelvan pronto a estar robustos y productivos.
Miles de animales murieron a consecuencia del huracán y los que sobrevivieron están en muchos casos enfermos. Haití tiene muy pocos veterinarios públicos -unos 40 en total- y no están equipados para tratar a todos los animales que lo necesitan.
Juceline Philippe Beauvoir es el presidente de la Asociación de Productores Lácteos de la comunidad de Torbeck. “Los animales que sobrevivieron están malnutridos debido a la sequía, la falta de alimentos y el alto costo o la inexistencia de suministros veterinarios”, dice.
Los equipos veterinarios móviles de la FAO viajan a las comunidades afectadas para llevar a cabo evaluaciones de salud y nutrición animal y proporcionar tratamientos cuando es necesario. Los equipos enseñan también a los asistentes veterinarios locales cómo administrar tratamientos y complejos multivitamínicos para garantizar que los animales se mantengan sanos.
Las clínicas operan en coordinación con las autoridades locales y con la ayuda financiera de Bélgica y la Comisión Europea. Alrededor de 2 500 familias campesinas –de entre las más pobres- reciben asistencia en el marco del proyecto.
Uno de los veterinarios de la FAO, Destines Plonquet, es haitiano y charla con los agricultores a la vez que traduce para su colega de habla hispana, Pedro Díaz Rodríguez. Los veterinarios locales de la comunidad han sido capacitados por la FAO. Este intercambio de conocimientos a nivel local ayuda a garantizar una atención sanitaria animal sostenible y asequible en el futuro.
El acceso a los servicios veterinarios es clave para los animales que se encuentran más sanos, que son la principal fuente de alimentos e ingresos para los agricultores de la zona. En la clínica, cada campesino tiene la oportunidad de que su ganado sea tratado, y discutir sobre los cuidados en curso.
En las semanas posteriores a la visita a la clínica móvil, los agricultores señalaron que el estado de sus animales mejoraba y aumentaba la producción de leche.
“Estoy contento con la ayuda”, explica Joril, antes de conducir sus vacas de vuelta a casa.